Carla Alegría Vásquez: El traspié comunicacional de la Senadora Rincón

“Cuando una senadora entrega información errónea sobre un proyecto que afecta directamente a las comunidades rurales, no es solo un error: es una desconexión profunda con el territorio que dice representar. El caso de Piedra Larga nos recuerda que la memoria del Maule es más fuerte. Y este año electoral, las comunidades no olvidan”, indica la cientista político, Carla Alegría Vásquez
Por Carla Alegría Vásquez (cientista política, politóloga y experta en desarrollo organizacional y políticas públicas)
El reciente episodio protagonizado por la senadora Ximena Rincón, quien informó erróneamente el supuesto desistimiento del proyecto de relleno sanitario Piedra Larga, nos obliga a reflexionar sobre los límites de la representación política, la importancia de la veracidad en el discurso público y el papel que juega la ciudadanía organizada frente al poder.
Como cientista política y habitante del Maule sur, no me sorprende que haya sido la propia comunidad —y no una institución— la primera en levantar alertas ante una información que, aunque deseada, no contaba con sustento oficial.
Se sabe que quienes ocupan cargos públicos tienen acceso a información privilegiada, por lo que la comunidad estuvo expectante y confiada en que el anuncio de la senadora correspondía a datos oficiales y verificables. Esa expectativa es también una expresión de la confianza —y a la vez responsabilidad— que debe acompañar a quienes representan a la ciudadanía.
Porque en territorios históricamente desprotegidos, como Gúmera y Putagán, la memoria es larga y la experiencia enseña que la defensa del entorno no se delega: se ejerce.
Lo grave no es solo que la senadora haya cometido un error, sino que lo haya hecho desde una posición institucional de autoridad, usando redes sociales personales como si fueran canales oficiales, sin una verificación mínima que le exigimos a cualquier estudiante de periodismo o servidor público. Este tipo de prácticas, lejos de informar, confunden y generan una alta incertidumbre.
No se trata de hacer leña del árbol caído con la equivocación de la senadora. Pero es claro que este hecho nos permite advertir que, en contextos donde se juegan derechos ambientales y de vida, no hay espacio para la improvisación. Atribuir el error al cansancio o a una mala asesoría no basta para la comunidad. La vocería pública implica responsabilidad, y la ciudadanía ya no está dispuesta a aceptar explicaciones tibias.
Por otro lado, la reacción organizada de los vecinos no se dejó esperar. Y aunque la senadora tenga bloqueados los comentarios en sus redes sociales, ya se ha vislumbrado en otras plataformas el sentir —y también el hastío— de la comunidad maulina respecto de su gestión. Esto demuestra que los territorios no solo están vivos, sino despiertos.
Hoy las comunidades no esperan a que la política tradicional les abra la puerta: la empujan, la cuestionan y, cuando es necesario, la contradicen con evidencia y convicción.
Finalmente, este caso revela algo aún más profundo: la desconexión entre quienes legislan y aquellos a quienes supuestamente representan. Cuando una senadora parece más preocupada de que un proyecto se presente “correctamente” que de escuchar el sentir de la comunidad, la distancia no solo es geográfica; es ética.
La política no es un ejercicio de voluntarismo individual, sino un compromiso constante con la verdad, el territorio y su gente. Ojalá este episodio sirva como recordatorio de que las comunidades están atentas, y que en tiempos de desesperanza, el poder no es el lugar más satisfactorio cuando la voz de la comunidad —abrumadoramente más numerosa— supera con creces a la de sus representantes.
Porque no hay que olvidarlo: la autoridad representa, no reemplaza. Y cuando los discursos públicos se toman a la ligera, se erosiona la confianza que, en democracia, es uno de los pocos pilares que aún sostienen el vínculo entre ciudadanía e instituciones.
Y si algo ha quedado claro en esta historia, es que la memoria del Maule es más fuerte: más fuerte que el olvido político, que las vocerías descuidadas, que los proyectos impuestos. La comunidad no solo resiste; recuerda. Y lo hará cada vez con más firmeza. Así que cuidado este año de elecciones con las promesas y los discursos sin sentido de pertenencia.
(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).