La Sombra del 'America First': desafíos para la diplomacia chilena en el segundo periodo de Donald Trump

La Sombra del 'America First': desafíos para la diplomacia chilena en el segundo periodo de Donald Trump
Alejandro Araya Valdés, abogado y magister en ciencias políticas.

“Las consecuencias que podría tener esta política económica “de shock” del Presidente Donald Trump en un mundo globalizado cómo el actual, son profundas: un riesgo de desglobalización parcial, el surgimiento de bloques comerciales más cerrados y una mayor incertidumbre que desalienta la inversión. Chile debe entender que, más allá de la simpatía o antipatía ideológica por Trump, la respuesta a su política debe ser un acto de fría y calculada diplomacia de Estado, que proteja el progreso económico y la estabilidad que tanto nos ha costado construir”, indica el abogado Alejandro Araya Valdés


Por Alejandro Araya Valdés (abogado y magister en ciencias políticas)

INTRODUCCIÓN

El panorama de las relaciones internacionales, ya de por sí volátil en la actualidad, enfrenta la inminente posibilidad del regreso a una política exterior que se autodefine como disruptiva y unilateralista. El segundo mandato del Presidente Donald Trump en Estados Unidos, con sus reiteradas declaraciones acerca de imponer aranceles globales, obliga a Chile a realizar un ejercicio de análisis estratégico que trascienda la ideología y se centre en la protección de sus intereses nacionales. Desde la perspectiva del derecho, el comercio y la diplomacia, es imperativo entender las implicancias de esta política de shock para un país pequeño y abierto como el nuestro.

DESARROLLO

Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, la diplomacia chilena se ha anclado históricamente en el multilateralismo y el respeto al derecho internacional. La política del "America First" de la administración Trump, sin embargo, ha promovido un retroceso en esta arquitectura global, debilitando instituciones como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y privilegiando acuerdos bilaterales a menudo coercitivos. La amenaza de aranceles no es solo una medida económica; es una herramienta de política exterior que busca reconfigurar las alianzas y las jerarquías globales. Para Chile, esto representa un riesgo fundamental. Nuestra red de tratados de libre comercio (TLC) y nuestra estabilidad económica dependen de un sistema internacional predecible y reglado (con seguridad jurídica) valores que se erosionan bajo una política de imprevisibilidad.

En el ámbito de la juridicidad de las medidas, los anuncios de Trump de subir aranceles a algunos países, se enmarcan en una zona gris del Derecho Internacional. Si bien los Estados tienen soberanía para regular su comercio, esta facultad no es absoluta. La OMC establece un marco legal que prohíbe la discriminación y exige una justificación clara para cualquier restricción comercial. La invocación de razones de "seguridad nacional" —como se ha hecho en el pasado— para justificar medidas proteccionistas es una estrategia que tensa al máximo la interpretación de los acuerdos y pone a prueba la capacidad de resolución de disputas de la OMC, debilitando su credibilidad y eficacia.

La situación actual de Chile, con una economía fuertemente exportadora, particularmente de cobre, lo hace particularmente vulnerable. Las exportaciones chilenas al mundo dependen de cadenas de suministro globales estables. Si Estados Unidos impone aranceles a China, Canadá o Europa, el impacto no se limitará a esas economías; la desaceleración del comercio global y la caída de la demanda de materias primas podrían tener un efecto directo y negativo sobre los precios del cobre y, por ende, sobre los ingresos fiscales chilenos. Las amenazas de aranceles son, en esencia, un desafío directo al modelo de desarrollo chileno, que se basa en la apertura y la integración comercial.

Para abordar esta “política de shock” de manera objetiva y pragmática (sin ideologías de por medio), la "receta" que Chile debe adoptar debe ser multifacética y encuadrada en el sistema internacional. Primero, es crucial fortalecer los canales de diálogo bilateral con la administración estadounidense, buscando proteger los beneficios de nuestros acuerdos, enfatizando el rol de Chile como un socio estratégico confiable. Sin embargo, esta estrategia debe ser complementada con una activa diplomacia multilateral. Chile debe trabajar en conjunto con otros países afectados en foros como la Alianza del Pacífico y la APEC para defender el orden multilateral basado en reglas y presionar por la resolución de disputas a través de la OMC. Finalmente, y quizás lo más importante, es imperativo acelerar la diversificación de nuestros mercados de destino. A pesar de nuestra red de acuerdos, la dependencia del cobre y de unos pocos mercados claves, siguen siendo un talón de Aquiles histórico. Es el momento de fortalecer lazos comerciales con otras potencias emergentes y bloques regionales para mitigar el riesgo de una política exterior impredecible.

CONCLUSIONES

Las consecuencias que podría tener esta política económica “de shock” del Presidente Donald Trump en un mundo globalizado cómo el actual, son profundas: un riesgo de desglobalización parcial, el surgimiento de bloques comerciales más cerrados y una mayor incertidumbre que desalienta la inversión. Chile debe entender que, más allá de la simpatía o antipatía ideológica por Trump, la respuesta a su política debe ser un acto de fría y calculada diplomacia de Estado, que proteja el progreso económico y la estabilidad que tanto nos ha costado construir.