Carla Alegría Vásquez: "El odio va creciendo"

Carla Alegría Vásquez: "El odio va creciendo"
Carla Alegría, cientista político.

"El ejemplo más evidente está en la cobertura electoral reciente. Consuelo Veloso fue la candidata más votada de la provincia, seguida por Balladares y luego por Bustos Leal. Un orden claro, matemático. Sin embargo, ciertos titulares prefirieron mostrar otro relato: uno que reorganiza nombres, destaca a quienes no obtuvieron la primera mayoría y relega a quienes sí lo hicieron. Podría parecer un detalle, pero no lo es. Y lo que genera es frases de odio con un rechazo viseral. Porque cuando se altera el orden de los hechos, no se informa: se interpreta. Y cuando esa interpretación sistemáticamente minimiza el rol de las mujeres, ya no hablamos solo de tendenciosidad, sino de algo más antiguo y más profundo: el machismo sutil, ese que no insulta, pero acomoda; que no agrede, pero reduce; que hace que una mujer exitosa aparezca siempre 'después', incluso cuando los números dicen lo contrario. Ese tipo de sesgo no grita, pero se siente. Se siente en la incomodidad de ver a las mujeres puestas 'atrás'. Se siente en la pregunta que queda flotando: ¿por qué lo muestran así?", dice la cientista política


Por Carla Alegría Vásquez (cientista política)

                                               Hay días en que hablar de política se siente como entrar a un salón donde todos ya están discutiendo. No importa lo que digas: alguien va a responder desde la rabia, desde la sospecha o desde la urgencia de tener “la verdad” en la mano como si fuera un trofeo. Ese ambiente no aparece de la nada; se alimenta. Y algunos medios —intencionalmente o no— llevan semanas regando ese clima.

El ejemplo más evidente está en la cobertura electoral reciente. Consuelo Veloso fue la candidata más votada de la provincia, seguida por Balladares y luego por Bustos Leal. Un orden claro, matemático. Sin embargo, ciertos titulares prefirieron mostrar otro relato: uno que reorganiza nombres, destaca a quienes no obtuvieron la primera mayoría y relega a quienes sí lo hicieron. 

Podría parecer un detalle, pero no lo es. Y lo que genera es frases de odio con un rechazo viseral. Porque cuando se altera el orden de los hechos, no se informa: se interpreta. Y cuando esa interpretación sistemáticamente minimiza el rol de las mujeres, ya no hablamos solo de tendenciosidad, sino de algo más antiguo y más profundo: el machismo sutil, ese que no insulta, pero acomoda; que no agrede, pero reduce; que hace que una mujer exitosa aparezca siempre “después”, incluso cuando los números dicen lo contrario. 

Ese tipo de sesgo no grita, pero se siente. Se siente en la incomodidad de ver a las mujeres puestas “atrás”. Se siente en la pregunta que queda flotando: ¿por qué lo muestran así? Se siente en esa forma elegante, casi limpia, de invalidar sin admitirlo. 

Por suerte, mientras los medios acomodan la realidad, aquí mismo en Linares ocurre un fenómeno completamente distinto: una profesora conocida como “la vieja de lenguaje” lleva años enseñando a jóvenes a leer noticias como quien aprende a desarmar un arma. Titular por titular, les muestra cómo una palabra cambia un sentido, cómo un orden altera una percepción, cómo un sesgo se viste de objetividad. Y esta pronta a lanzar si libro: “Te corrijo él titular” para leer de forma crítica.  

Hay material de sobra en prensa —especialmente la que responde a intereses personales. 

El problema de fondo es que ese sesgo constante, sumado al clima de crispación general, va creando una disposición emocional peligrosa: la normalización de la pelea. 

No discutir: pelear. 

No conversar: invalidar. 

No contrastar ideas: aplastar al otro. 

Y ese desgaste se siente en todas partes: en la calle, en los grupos de WhatsApp, en los comentarios de redes escritos sin leer más de tres líneas. Nada es matizado. Todo es guerra. Todo es blanco o negro.  

Hace poco nos enteramos que la DOH habría autorizado fondos para estudios de prefactibilidad para embalse. Es decir, otra vez nuestro Rios Achibueno amenazado. 

Nuestro, en el sentido figurado, ya que sigue siendo propiedad del Señor Quiroga. ¿Qué vino a propósito de esta noticia? Frustración, enojo, odio. Y quizás para algunos, también la esperanza de que no somos pocos los dispuestos al diálogo mientras se pueda, pero salir a exigir derechos, parece que será la tónica en los próximos meses.  

Aún así, necesitamos volver a hablar antes que pelear, escuchar antes que gritar, comprender antes que corregir. Y aunque algunos digan que exagero, para mí está claro: el odio va creciendo, sí, pero también la lucidez de quienes no estamos dispuestos a dejar que ese odio mande. 

Porque estar alerta cansa, pero rendirse cansa más. Porque cuando te resignas, cuando dejas que el sesgo gane, cuando ya no intentas pensar por ti mismo… ese agotamiento es más profundo. Es el cansancio de la derrota moral. Es el cansancio de permitir que otros definan la realidad, que otros pasen por encima, que la manipulación quede sin respuesta, es a lo que no deberíamos llegar. Pero si el odio sigue creciendo… ¿a donde vamos a 
parar?  

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(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).

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