Rodolfo Castro: “Un necesario encuentro entre la política fiscal y monetaria”

Rodolfo Castro: “Un  necesario encuentro entre la política fiscal y monetaria”
Rodolfo Castro Morales, ingeniero comercial.

Al situarnos en la visión de las escuelas monetaristas y keynesianas, nos queda claro que ambas defienden su objetivos de política, pero en un escenario de pandemia, y con mucha inyección monetaria, los neoclásicos insisten en la efectividad de la política monetaria de corto plazo, aludiendo a la estimación de la velocidad del dinero y de los precios; pero los keynesianos aluden al poco realismo de esta teoría, la cual de todas maneras tiene un impacto inflacionario en la economía, tras financiar el crecimiento económico, pues la oferta monetaria es sensible a la tasa de interés en el corto plazo; por ende, y a partir de esta, impactará en la demanda agregada. En general, Keynes señala que la oferta monetaria no genera la demanda de dinero, pues las acciones de los actores de basan en motivaciones, que hoy por ejemplo en pandemia, cobran sentido como es: precaución (ahorrar dada la incertidumbre frente al futuro escenario), o bien, especular en función de la tasa de interés (compra de bonos).


Por Rodolfo Castro Morales (Ingeniero comercial y MBA en IEDE Business School)

                        La realidad económica ha obligado al Estado a impulsar una serie de medidas remediales en torno a la recuperación económica y el empleo. Sin embargo, ha carecido de la organicidad y coordinación de aquellos actores que tienen real injerencia en la política monetaria y fiscal. En este tenor, muchas acciones son paliativas y unilaterales, por cuanto no alteran de ninguna manera los elementos esenciales que garanticen una solución efectiva, pues generalmente se insertan en incipientes subsidios y ayudas comunitarias, que adolecen de una eficiente focalización. A lo anterior, se añade una ayuda financiera a empresas, con tasas reales por sobre el costo inflacionario en términos de lo que originalmente fue el anuncio presidencial, sin mediar riesgos operacionales, sino que flujos de ventas y descartando renegociaciones; aspectos estos últimos, que nuevamente no responden al contexto de esta problemática social, pues las grandes empresas vuelven a verse beneficiadas y no aquellas que en definitiva están seriamente afectadas por esta crisis sanitaria. En esta misma línea, persisten las trabas en el derecho de propiedad de los fondos de pensiones; en materia tributaria o de otra índole, se hace caso omiso a la regulación de beneficios económicos que percibe el Estado, pero también el cruce de intereses con muchas empresas nacionales globalizadas, que perciben su mayores ingresos en el exterior, y por tanto, contribuyen en menor medida al financiamiento de la política social.

Por otro lado, se vislumbra la compra inusual de bonos del gobierno por parte del Banco Central, para recapitalizar una parte de su deuda pública; asimismo, una línea de crédito al FMI para incrementar las reservas internacionales ante una posible corrida contra el peso, etc. Como vemos, el Estado también busca mayor financiamiento, no mediando la convergencia necesaria que deben tener los objetivos de política con hacienda, y la flexibilidad de la política monetaria. Por cierto, que hoy la política monetaria se debe reencontrarse con la gestión fiscal, específicamente en el tratamiento de fondos presupuestarios bien focalizados, ejecutados y distribuidos territorialmente para atender las mayores demandas en salud, reforzando la agilización de los sistemas de compras públicas en la emergencia, la digitalización para la ayuda de protección social, no solo formal sino que informal.

Al situarnos en la visión de las escuelas monetaristas y keynesianas, nos queda claro que ambas defienden su objetivos de política, pero en un escenario de pandemia, y con mucha inyección monetaria, los neoclásicos insisten en la efectividad de la política monetaria de corto plazo, aludiendo a la estimación de la velocidad del dinero y de los precios; pero los keynesianos aluden al poco realismo de esta teoría, la cual de todas maneras tiene un impacto inflacionario en la economía, tras financiar el crecimiento económico, pues la oferta monetaria es sensible a la tasa de interés en el corto plazo; por ende, y a partir de esta, impactará en la demanda agregada. En general, Keynes señala que la oferta monetaria no genera la demanda de dinero, pues las acciones de los actores de basan en motivaciones, que hoy por ejemplo en pandemia, cobran sentido como es: precaución (incertidumbre frente a la contracción económica), o bien, especular en función de las expectativas de menor inflación y tasa de interés (compra de bonos), variación cambiaria (tenencia de dólares), etc.

   

(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).